Cuestiones de hábitos:
“Hasta el 13 de marzo” eran pocas las familias que se reunían a disfrutar de un desayuno saludable; lamentablemente, por la falta de tiempo se estaba perdiendo esta instancia, llegada a considerar como una comida de la que se puede prescindir.
Este nuevo escenario nos obligó a corregir este mal hábito. El desayuno, además de ser una excelente oportunidad para compartir con la familia, responde a la necesidad de reponer la energía consumida durante el sueño. A pesar de que en ese período nuestro cuerpo descansa, hay procesos vitales del organismo que no se detienen y que consumen energía; por ejemplo, la respiración, el funcionamiento del corazón, el mantenimiento de la temperatura corporal, entre otras.
Existen alimentos que por sus características, son especialmente adecuados para el desayuno. Los más indicados son aquellos que aportan energía, hidratos de carbono, proteínas, minerales y vitaminas. Por otro lado, es una comida propicia para suministrar calcio a nuestro cuerpo, ya que durante el almuerzo y la cena, el aporte de éste mineral es, por lo general, bastante bajo. Debemos procurar incluir en el desayuno alimentos tales como leche, yogur o queso –que proporcionan proteínas y calcio – pan o cereales –por ser ricos en hidratos de carbono y vitaminas del grupo B – y fruta fresca o su jugo, fuentes de vitamina C.
En definitiva, es importante tomar conciencia de realizar un desayuno apetitoso, completo y equilibrado, que provea a nuestro organismo la energía y los nutrientes necesarios para iniciar bien el día. Que este cambio sea parte de la “nueva normalidad”.
Gianella Pedemonte
Lic. en Nutrición