“Enseñar no debe parecerse a llenar una botella de agua,
sino más bien a ayudar a crecer a una flor a su manera.”
Noam Chomsky
Las tareas escolares suelen ser percibidas negativamente por la mayoría de los chicos, independientemente de la edad y el nivel educativo que estén cursando. El tiempo que le deben destinar se agrega a las horas de su jornada escolar, convirtiéndose la tarea domiciliaria en una extensión de lo trabajado en el aula, con el diferencial que ahora el trabajo es en solitario.
Además, con frecuencia los deberes en casa les recuerdan contenidos del curso que no entendieron, les quita tiempo para otras actividades extracurriculares que sí les gustan, son portadoras de una posible sanción en la calificación en caso de su incumplimiento, entre otros. En tal sentido, las asociaciones realizadas colaboran para que nuestros alumnos no experimenten la realización de los deberes escolares como una instancia de consolidación de lo aprendido y una oportunidad para desarrollar su autonomía como estudiantes. Por lo tanto, la tensión intrafamiliar que suele acompañar la dinámica previa a su operativa parece ser moneda corriente en muchos hogares y a veces suele sobrecargar las responsabilidades parentales.
En los últimos años se ha debatido a nivel académico, profesional y político, acerca de la pertinencia o no de su existencia en la realidad de las familias cuyos hijos están siendo formados en la educación formal obligatoria. La intención de este artículo no es polemizar al respecto, pero sí de colaborar con nuestras familias para que “la hora de los deberes” no se convierta en un ring de lucha entre padres e hijos, donde no siempre el más grande vence ni el más chico es feliz.
¿Cómo puedo ayudar a mi hijo?
Es importante aceptar que la tarea domiciliaria no va a resultar una actividad divertida ni motivante en sí misma, pero sí puede convertirse en un tiempo para compartir y conocer una parte de lo que actualmente está aprendiendo en el Colegio. Poder asimilar esa idea los ayudará a entender mejor la actitud displicente que suelen adoptar cuando se sientan en la mesa frente a su libreta de notas o a leer la cadena de WhatsApp del grupo de clase. Una vez que entendemos esto, las sugerencias que a continuación les brindaremos podrán colaborar con la construcción de un ambiente más apropiado para su resolución.
- Es conveniente que los deberes se realicen en un sector del hogar que sea tranquilo o por lo menos los estímulos distractores (aparatos electrónicos, la mascota, conversaciones entre adultos, entre otros) del ambiente sean reducidos. Estos elementos suelen favorecer la distractibilidad de los chicos y pueden entorpecer el tiempo destinado a la tarea. También es importante que sea un lugar iluminado, teniendo en cuenta que la luz natural es más apropiada que la luz artificial por su efecto en la visión. La temperatura adecuada y el mobiliario acorde son otros factores externos que colaboran para promover una actitud más dispuesta a la tarea que se estará desarrollando.
- Poder generar una rutina diaria donde se intente estudiar a la misma hora. La posibilidad de definir padres e hijos el momento del día para la realización de la tarea domiciliaria, colabora en desarrollar su autonomía y su capacidad de ser estudiantes estratégicos. Elegir implica hacerse cargo y esto tiene repercusiones positivas para su desarrollo como individuos. En primer lugar, les permite tomar conciencia que el tiempo disponible es limitado y requiere una adecuada planificación para su mejor aprovechamiento. En segundo lugar, aprenden a autorregular el esfuerzo y dedicación según sea el grado de complejidad de la tarea, su capacidad personal, e interés o preferencia. En tercer lugar, les permite entender que los deberes escolares son su responsabilidad y que la participación de los padres puede consistir en ayudar, sostener, monitorear o supervisar, colaborar pero no “hacerse cargo”. Se sugiere dibujar una grilla en cartulina con los días de la semana y acordar juntos “la hora de los deberes” respetando sus actividades de esparcimiento y descanso luego de una jornada extensa escolar. El acuerdo alcanzado entre ambas partes implicará un compromiso que podrá estar visible en su dormitorio, en la cocina, en el escritorio o en el lugar que suelen realizar la tarea domiciliaria.
- Al momento de organizar y planificar la realización de las tareas es conveniente realizar su distribución de acuerdo a su nivel de complejidad y así “preparar” de manera progresiva los recursos y procesos cognitivos que se pondrán en marcha para su ejecución. Se sugiere empezar con una tarea de dificultad media, luego continuar con una de dificultad alta, y finalizar con una actividad de dificultad baja. También, en el caso que se deban realizar varias tareas, jerarquizar según fecha de entrega, condición para su realización (individual o grupal), preparatoria para una próxima instancia de evaluación, entre otras.
- Tener presente que “ellos” no tienen los mismos hábitos de estudio que “ustedes” tenían a su edad. Las diferencias generacionales también se pueden visualizar en los estilos de aprendizaje. Es importante aceptar e incluir en la rutina de los deberes los dispositivos digitales, las plataformas de aprendizaje y las bases de datos disponibles ya que hoy se integran a los “lápices y cuadernos” de sus mochilas. Es posible que ellos entiendan mejor o tengan un mayor dominio de su empleo y puede ser una buena idea acercarse a “su mundo” e invitarles a que les expliquen ¿cómo funcionan?, ¿qué les permite hacer?, ¿cómo lo hacen?, ¿qué dificultades encuentran?, ¿cómo aprendieron a usarlos?, etc. Es una forma de demostrarles que su aprendizaje no es solo importante cuando traen el boletín o el resultado de una prueba sino que también lo es cuando se está construyendo diariamente en casa.
- Otros de los aspectos convenientes para atender se relacionan con tener un descanso nocturno adecuado y la adopción de hábitos saludables en las ingestas diarias. El cansancio físico y/o la mala alimentación son prejudiciales en cualquier etapa del ciclo vital, y a la edad de los chicos compromete significativamente su desarrollo y colabora para que no estén en óptimas condiciones para afrontar el desafío de estudiar. Es importante consultar al pediatra o médico general familiarizado con la historia clínica de los chicos para que los oriente y les brinden sugerencias para su mejor bienestar físico.
Finalmente, para quienes desean continuar profundizando sobre el tema o quieren tener algún recurso específico que les ayude a acompañar mejor las tareas escolares de sus hijos, les sugerimos que visiten las siguientes páginas donde encontrarán más ideas o información a la cual pueden recurrir:
Ppga. María Martina Silva Laguardia