Un buen aporte de energía: un buen desayuno
Se reconoce que los niños que no desayunan –fundamentalmente por falta de apetito o de tiempo– se manifiestan más cansados en el colegio, acusan una mayor sensación de sueño y dificultad para mantener la atención en horas de clase.
Se hace hincapié en que muchos de estos niños se levantan diariamente a las 7:00 o antes y, hasta que comen entre el recreo –en el mejor de los casos– o a la hora del almuerzo, pasan demasiadas horas en las cuales se produce un desgaste importante de energía y sin reponer nutrientes.
Ana Requejo, catedrática de nutrición en la Universidad Complutense de Madrid, comenta: «Cuando el ayuno se prolonga con la omisión del desayuno, el descenso gradual de los niveles de insulina y glucosa, entre otros cambios metabólicos, puede originar una respuesta de fatiga que interfiera en diferentes aspectos de la función cognitiva del niño, como pueden ser la atención o la memoria».
Y añade que si este ayuno se produce con demasiada frecuencia, los cambios metabólicos anteriormente citados podrían pasar a ser frecuentes, «lo que provocaría unos efectos acumulativos adversos en el organismo que pondrían en peligro el progreso escolar del niño».
Requejo insiste en que la omisión del desayuno puede afectar a los niños en su actividad diaria, mientras que la ingestión de un desayuno con el contenido calórico y nutricional adecuado, redundará siempre en un mejor rendimiento escolar; «Por este motivo, si conseguimos, padres, profesores y especialistas, crear un hábito alimentario en los niños, beneficiaremos a nuestros hijos para toda la vida».
Los mejores desayunos abarcan un aporte equilibrado de los siguientes nutrientes:
PROTEÍNAS, LÁCTEOS: Leche, chocolatada yogurt o quesos.
HIDRATOS DE CARBONO, CEREALES: Pan, galletas o productos caseros panificados, cereales.
FRUTAS: Jugos naturales o una porción de fruta; es importante incluir las cítricas en invierno para aumentar así las defensas.
RECETA DEL MES
Gianella Pedemonte
Lic. en Nutrición