Detección temprana de niños con TEA

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Reconoce que somos igual de extraños el uno para el otro, y que mi forma de ser
no es simplemente una versión deteriorada de la tuya.
Jim Sinclair, 1992

Probablemente la mayoría de nosotros hemos oído hablar en algún momento acerca de los Trastornos del Espectro Autista (TEA), o al menos hemos escuchado sobre el autismo. A veces tenemos una vaga idea de lo que significan estos términos, y en otras oportunidades conocemos personas cercanas que tienen este diagnóstico.

El propósito de este artículo, que me involucra como psicólogo pero también como educador y como padre, es brindar algunas pistas para el reconocimiento temprano de signos que puedan estar relacionados con un TEA. Por una parte, porque es muy importante el diagnóstico precoz para iniciar un tratamiento en edades tempranas, y por otra, porque conocer la manera de aprender de un niño con TEA ayuda a los educadores a brindarle al chico las estrategias más adecuadas para aprender.

Los Trastornos del Espectro Autista (TEA), también llamados Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD), designan una alteración en el desarrollo cognitivo de una persona que se manifiestan, según el DSMV (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), en las siguientes áreas:

a)    Déficits persistentes en la comunicación y la interacción social.
b)    Comportamientos, intereses y actividades restringidas y repetitivas.

Estos trastornos abarcan una amplia gama de manifestaciones, desde el Autismo de Kanner, con ausencia de lenguaje e importantes dificultades para el desarrollo cognitivo, hasta el Síndrome de Asperger, que puede llegar a tener un alto grado de desarrollo intelectual. Un ejemplo bastante conocido de Síndrome de Asperger es el personaje Sheldon de la serie “The Big Bang Theory”. Entre estos dos extremos, hay una gran diversidad de manifestaciones con diferentes grados de alteración en las áreas antes mencionadas.

 

¿Cómo se pueden observar en un niño estos déficits en la comunicación y la interacción social? (García, 2002)

En la comunicación:

  • Ecolalias. Consisten en la repetición de una palabra o frase, a veces en forma inmediata, a veces de manera diferida. También pueden aparecen agregados en dichas repeticiones.
  • El niño habla de sí mismo en tercera persona, no dice “yo”, y puede confundir los determinantes posesivos: “mío”, “tuyo”, “suyo”.
  • Limitación en el vocabulario, especialmente en el empleo de verbos que se relacionan con sentimientos, deseos o estados de ánimo.
  • Forma particular en la manera de hablar: monocorde, por momentos parecida a la de un “robot”, con una entonación particular, o imitando frases que escuchan en la televisión.
  • Entienden las expresiones de manera literal. Por este motivo les cuesta mucho comprender el sentido figurado, las metáforas y los chistes.
  • Problemas pragmáticos. El habla puede aparecer como poco adecuada, irrelevante, sin hilo conductor.
  • Piensan mucho más en imágenes que en palabras. Por este motivo suelen comprender más rápidamente cuando se le presentan imágenes asociadas a palabras o situaciones. Suelen tener una excelente memoria visual.
  • Tienen dificultades en la simbolización. Les cuesta asociar palabras con su significado.

En la interacción social:

  • Aparecen dificultades en el contacto visual con el interlocutor.
  • Dificultades en los gestos comunicativos, como señalar o tomar de la mano para conseguir un objeto.
  • Problemas para establecer una atención compartida con otra persona hacia cierto objeto o situación.
  • El niño suele abstraerse en su juego y no toma contacto con el adulto que lo observa. Cuando éste le habla, parece que no lo escuchara.
  • Les cuesta mucho empatizar, ponerse en el lugar del otro, imaginar lo que puede estar pensando o sintiendo.
¿De qué manera se manifiestan los comportamientos, intereses y actividades restringidas o repetitivas? (DSMV, 2013)
  • Aparecen movimientos motores estereotipados (ej. del “aleteo”) y actividades restringidas.
  • Reaccionan de manera inusual a ciertos estímulos externos, pudiendo incluso provocar en ellos gritos o reacciones de enojo. También puede aparecer un interés inusual por aspectos sensoriales del entorno.
  • Suelen tener temas de interés exclusivos que acaparan la atención (ej.: animales, autos, área científica determinada).
  • Son rígidos en su comportamiento y sus rutinas. El cambio de rutinas puede afectarlos mucho.
  • Aparecen dificultades en el juego simbólico y en la fantasía.

Art8 imagen2El autor Ángel Rivière (2003) nos brinda algunos elementos para sospechar la presencia de un TEA en las etapas más tempranas del desarrollo, durante el primer año de vida del bebé. El bebé menor a cinco meses sonríe poco, no presta atención a las personas, es bastante indiferente a las caricias, su llanto persiste sin razón aparente, y no suele demostrar alegría cuando sus padres vuelven al hogar.

El hecho de reconocer varios de estos signos presentes en la conducta de un niño no significa que éstos se correspondan con un TEA. De todos modos, hay un inventario diseñado por Ángel Rivière que puede ayudarnos para saber cuándo es necesario hacer una consulta con algún profesional especializado en el tema. Este inventario se llama IDEA y está disponible en internet. Un diagnóstico temprano permitirá una intervención precoz y con esto la posibilidad de una mejor evolución en el desarrollo socio-cognitivo-afectivo del niño.

Como dice la frase inicial, es muy importante comprender que una persona con TEA no tiene “deficiencias”, sino una manera de ver y comprender el mundo que es muy distinta a la de las personas que no tienen dicho trastorno. Hay personas con TEA que han hecho enormes aportes a la humanidad. La zoóloga y etóloga Temple Grandin, que estuvo hace poco en nuestro país, es una de ellas.

Ps. Juan Goycoechea

Para ampliar y seguir reflexionando:
→ Información y links sobre TEA – http://www.infortea.com/recursos/enlaces-de-interes

Autismo de Kanner – «Mi Hermanito de la Luna»

Síndrome de Asperger – «Dr. Sheldon Cooper»

Niño uruguayo con TEA – «Bruno va a la escuela»

Bibliografía
      • Asociación Americana de Psiquiatría (2013). Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM-V-TM. Arlington: Asociación Americana de Psiquiatría.
      • García, María del Pilar (2002). Trastornos de la comunicación en el autismo. Revista galego-portuguesa de psicoloxía e educación, (pp. 412-414).
      • Rivière, Ángel (2003). Obras escogidas. Volumen II. Lenguaje, simbolización y alteraciones del desarrollo. Madrid: Panamericana.

 

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