¿Nos tomamos una pausa?

 
“(…) generar un espacio-tiempo en el cual el individuo
se encuentre con su cuerpo y se abra a la escucha de lo que sucede en él,
se abra a sentir las emociones y respuestas del cuerpo.”

En los tiempos que hoy vivimos, tanto los adultos como los niños estamos sobrecargados de actividades y estímulos. La sobreestimulación inhibe o impide que podamos desarrollar la creatividad, que podamos crear nuestros propios ritmos y dificulta la posibilidad de resolver los avatares que se nos presentan en el día a día de manera ajustada.

Para poder educar sujetos que puedan discernir como San Ignacio nos transmite, debemos enseñarles a que puedan tomarse una pausa, sentir y pensar antes de actuar. “Al parar te das la oportunidad de reaccionar de otro modo ante las circunstancias en las que te encuentras.” (Snel, E. 2013).

En Inicial, en los talleres de Psicomotricidad, luego de jugar y ordenar muchas veces utilizamos distintas técnicas adaptadas de relajación. 

La relajación es un recurso que favorece el pasaje de la acción al pensamiento. El poder tomarse unos minutos para dejar de lado el movimiento, respirar y sentir el cuerpo en la quietud, favorece que los niños puedan acceder a la representación. Promueve la capacidad de reemplazar el movimiento por proyectos e imágenes y de esta manera representar lo ya vivido.

Calmels (2000) explica acerca de la relajación que su aplicación técnica y su utilización ha recorrido diversos ámbitos y disciplinas y por ende tiene diversos sentidos, entre los que se encuentran los siguientes:

  • sentido regulador: el objetivo es producir tranquilidad, sosiego, vuelta a la calma.
  • sentido económico: se intenta recuperar energía, la máxima posible en un mínimo tiempo.
  • sentido trascendental: anular las sensaciones del cuerpo para conectarse con la meditación.
  • sentido anestésico: disminuir o anular sensaciones dolorosas.
  • sentido placentero: conectarse con sensaciones agradables.
  • sentido concientizador: llevar la atención al cuerpo en forma segmentaria o global, con el objetivo de obtener conciencia y dominio.
  • sentido pedagógico: conocimiento de las distintas partes del cuerpo y las diferentes conexiones de las partes entre sí.

Si bien muchos de estos sentidos posiblemente suceden, desde la Psicomotricidad se dice que “el objetivo central es generar un espacio-tiempo en el cual el individuo se encuentre con su cuerpo y se abra a la escucha de lo que sucede en él, se abra a sentir las emociones y respuestas del cuerpo (…).” (Camacho, M. y Paolillo, G. 2004).

Los invitamos a dedicar unos minutos en casa a detener el movimiento y realizar una pausa, un registro corporal de cómo llegamos al final del día, de cómo nos sentimos y focalizar la atención en la respiración, “al observar el movimiento de tu respiración, te vuelves más consciente de tu mundo interior. Te das más cuenta del ahora, y ello es el principio de la concentración.” (Snel, E. 2013). 

Existen diversas técnicas que podrán investigar quienes se interesen por la temática; hoy les sugerimos simplemente que busquen un lugar cálido y cómodo, pueden estar sentados o acostados boca arriba, pueden hacerlo junto con sus hijos o guiarlos a ellos. 

Se puede enriquecer el clima con una música que acompañe o simplemente ir nombrando las partes del cuerpo en voz alta para realizar un registro de ellas, a medida que se vayan nombrando (sin necesidad de moverlas).

La atención se puede focalizar a través de la respiración o relatando alguna imagen tranquilizadora, como puede ser un paseo por el campo o la playa.

Otra opción es utilizar una pelota, por ejemplo, como mediador para realizar pequeñas presiones en el cuerpo de manera que ésta ayude a tomar registro de las distintas partes del cuerpo y favorezca la relajación.

La práctica de estas técnicas no es algo automático y como explica Snel (2013), estando presentes en la respiración, los niños pueden fácilmente distraerse, les pueden surgir imágenes, planes para el día siguiente o simplemente ganas de moverse. Es importante que los adultos tengamos paciencia y los acompañemos, sabiendo que cada niño tiene sus ritmos.

Enseñar a los niños desde pequeños a tener una pausa en el día, registrar cómo se sintieron y encontrarse con su cuerpo en la calma, es un aprendizaje que de a poco ellos podrán ir implementando en las distintas situaciones cotidianas y que les irán permitiendo autorregularse.

Además de enseñar, también les recomendamos que busquen y disfruten de sus minutos de pausa, “centrar la atención en la respiración ayuda siempre, a los niños, a los padres, a los abuelos y a las abuelas (…)” (Snel E. 2013).

 

Psicom. Mikaela Barbieri

 

 

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