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Vida en abundancia. Dar vuelta el mundo. Amarse unos a otros. Son palabras que en un Pachacutí escuchás seguido, pero ¿qué son realmente?

Es distinto, es todo muy distinto cuando llegás a Montevideo, y se vuelve a la rutina después de una semana cargada de emociones difíciles de explicar. No es negativo volver a la rutina, todo eventualmente se vuelve rutina después de un tiempo, ya sea ir al Colegio o trabajar en un Mevir. Lo importante de la llegada a nuestras casas es cómo entramos a esta, con qué pie, con qué mentalidad, con qué espíritu, con qué corazón. Lo importante y lo crucial de volver a la rutina es que los eventos van a ser los mismos, pero nosotros no. Porque después del Pachacutí, el corazón queda ardiendo. Arde con un fuego que solo Dios lo puede crear.

El sobre de dormir, el arroz quemado, las charlas en el servicio, charlas con gente enorme, gente inigualable que tiene demasiado para compartir, que son un ejemplo de vida, las intendencias, el grupo, todo lo que Dios toca en esa semana intensa, nos vuelca y nos cambia, nos da vuelta el mundo, y así el corazón arde. Todo es muy distinto al llegar a Montevideo, porque las cosas que nuestros ojos ven no son las mismas que vimos en el pacha, pero la manera en la que las vemos, debería ser exactamente igual a la manera que los que compartieron nuestro Pachacutí nos enseñó, la manera que “el Barba” quiere que veamos el mundo, con mente radical, con hambre de cambio, con amor, mucho amor, un amor que arde.

Deberíamos comenzar a ver a nuestro Montevideo al revés. El mundo no puede cambiar en una semana, pero nosotros sí.

Vida en abundancia. Dar vuelta el mundo. Amarse unos a otros. Son palabras que en un Pachacutí escuchás seguido, pero ¿qué son realmente?

Para mí son esperanza, son un deseo, son una alarma a las 6 para hacer el desayuno, son el abrazo de mi vieja cuando me vio el domingo, son la misa, son mis amigos gritando la “pacha canción”, son mi grupo de Castores siendo el más grande testimonio de fe, son un camino jugado, muy jugado, pero que al tomarlo te llena de vida. Como dijo alguien muy “groso” una vez, no hay que mirar que nuestro vaso está vacío, sino que está lleno, muy lleno, y ojalá que desborde.

Es así, así se vive una vida en abundancia, con esa pasión hay que amarnos unos a otros, de esta manera hay que dar vuelta el mundo. Para esto es importante la alegría. Las cosas solo salen bien si le ponemos ganas y una sonrisa, una tan grande como la que Dios nos da, una carcajada, una risa compartida con el otro que demuestra que no se necesita nada más para ser feliz, solo amor, y con ese amor defender nuestras convicciones, y con esas convicciones levantarse todos los días, es un Pachacutí interno. Transmitir alegría, dar paz, reírse porque todo pasa y porque tenemos a alguien que nos quiere y nos protege. Lucharla con uñas y dientes para que todos puedan sentir ese fuego, esa alegría. Luchar por un mundo justo, alegre, que ama, porque eso es todo lo que importa, y así, llegar a la abundancia.

No olvidemos que el mundo no puede avanzar con gente fría, que no esté dispuesta a sentir sin miedo y a flor de piel todo lo que “el Barba” les pone enfrente. Necesitamos gente intensa, gente humilde, gente que escuche todo, que pueda degustar de las pequeñas cosas, que entienda que nadie es mejor que nadie y que lo importante es estar unidos, es amar, es la misericordia. Necesitamos gente que deje todo por el otro, que su alegría sea siempre compartida, que llore, que ría, que sienta sin miedo y con convicción. Valientes, locos por Jesucristo, con la panza toda revuelta y el pecho ardiendo, líderes, hermanos, amigos, testimonios; esta gente existe, yo conozco muchísima y me encanta verla queriendo cambiar este mundo complicado, porque es un mundo complicado, injusto, en donde mientras dormimos cómodos otros pasan frío y hambre solo por nacer en otro lado, pero esta gente va sin miedo a nada; porque ¿saben? todo pasa por algo, por algo muy muy bueno. Es verdad que con Jesús siempre es así. Solo hace falta confiar y saltar.

 

Lucía Quiroga
Sexto de Secundaria

Acerca del Colegio

El Colegio Seminario forma parte de la red de instituciones educativas católicas de la Compañía de Jesús (Jesuitas), presente en 127 países. Inspirado en la Iglesia y los valores del Evangelio, el Seminario procura una educación según la visión que la espiritualidad ignaciana ofrece de Dios, la persona y el mundo.

 

 

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